El formulario es el lugar donde la intención se convierte en dato. Si es largo o confuso, mata la conversión; si es demasiado corto, dificulta la cualificación. En Roimaiori diseñamos formularios que logran el equilibrio perfecto: pedir lo imprescindible en el primer paso y enriquecer después con lógica condicional o desde el CRM.

Estructuramos el formulario por bloques y pedimos primero los datos que todos están dispuestos a dar (nombre y email). El resto depende del contexto: si el usuario marca “empresa”, mostramos campos de cargo y tamaño; si muestra interés en un producto concreto, preguntamos sobre su caso de uso. Esta lógica condicional reduce fricción porque cada persona ve solo lo que le corresponde.

Añadimos autocompletado y normalización (por ejemplo, dominios de correo o nombres de empresa) para agilizar la escritura y evitar errores. Las validaciones son suaves: señalamos el campo, explicamos el problema y proponemos una solución. El mensaje tras el envío explica claramente el siguiente paso: un email con el recurso, una llamada, una demo agendada.

En la parte legal, incluimos consentimientos claros y auditables. No escondemos nada: indicamos finalidad, gestor y posibilidad de baja en cualquier momento. Esto refuerza la confianza y evita rechazos en revisión legal.

Medimos abandonos por campo, tasa de error y tiempo de cumplimentación. Con estos datos iteramos el diseño y probamos variantes de layout, copia de botones y orden de preguntas. El objetivo es elevar la calidad del lead sin sacrificar conversión.

Resultado: formularios que se sienten cortos, recogen datos útiles y preparan a tu equipo para conversaciones más productivas.